viernes, 7 de agosto de 2015

ADIÓS PASADO..., ADIÓS.

Estaba en mi habitación y escuché un golpe en la planta de abajo. Pensé que la gata habría dejado caer algo, recé para que no hubiera sido nada muy dañino y me di media vuelta buscando el sueño de nuevo. Al rato cuando al fin me levanté pude comprobar que lo que mi gata había tirado era un cenicero que alguien muy importante me regaló un día muy importante, suponía para mi un recuerdo sentimental que pensaba guardar por el resto de mis días, una de esas señales de mi pasado que me negaba a olvidar. Al instante me di la media vuelta y subí a mi habitación como si no hubiera pasado nada. - Bueno, solo es un cenicero- y me enfrasqué en poner al día mi correo, obviando que aquella realidad había desaparecido, nunca más me evocaría un recuerdo el mirar aquella pieza, un recuerdo que con el tiempo olvidaría y que no quería olvidar...a veces no queremos olvidar. Sabemos que es lo correcto, lo sano, perdonar, olvidar, desconectar de nuestra existencia pasada,  los momentos que ya no están y que aunque nos duele, por buenos o por malos nos hacen sentirnos vivos, nos recuerdan que alguna vez nos sentimos vivos...

La misma mañana me di cuenta de que además del cenicero, el universo había estado jugando con  un par de cosas más en mi vida, y por lo visto habían resultado también dañadas. Ciertas personas que me hacían sentir que...de repente se habían roto en mi corazón, y ahora las miraba como al cenicero, con tristeza, con impotencia, pero a la vez pensaba -sólo son gente que pasaba-

¿A donde van las piezas de las personas a las que queremos cuando se rompen en nuestro corazón?, ¿cómo voy a tirar las piezas de este recuerdo? Si solo el verlo despedazado en el suelo de mi vida ya me hace sentir desangelada.

Bajé y recogí los trozos de un pasado feliz, y a la vez en mi mente daba santa sepultura aquellas personas que un día me hicieron sonreír, a la ilusión de que alguien pudiera estar en la vida como aquel cenicero, hasta el final de los días.

Al final todo pasa, todo se cura aunque voy quedando un poco más lejos de todo, un poco más sola, un poco más cerca de la verdad, esa verdad que apesta y asusta, nada existe, nada es nuestro, nada se queda, ni siquiera nosotros...También yo me habré roto en el corazón de muchas personas, quizás también a mi me han olvidado, o quizás no...

 El rencor tiene muchos disfraces. Sé de personas que se niegan a olvidar su dolorosa vida, aunque lo único que saque de ella sea destrucción, se quedan ahí en ese sitio que ya no existe, llorando y pataleando. Si no das la oportunidad a tu futuro de llegar estás siendo rencoroso, como los espíritus que dicen que no pueden marcharse por no dejar sus asuntos en paz, nos cabrea que no nos den la oportunidad de corregir nuestros errores en el tiempo, y evitar que todo se rompa. Todo eso es rencor hacia la vida, es muy duro pasar sobre el cadáver de nuestros soldados y seguir luchando, la compasión por nuestro propio pasado, las realidades que nos hicieron felices y que ya nunca volverán, los recuerdos son bonitos sólo porque podemos recordarlos, pero lo que ha pasado, ya ha pasado y hoy es el primer día del resto de tu vida.

Mira a los que se van y diles adiós, honra su duelo unos segundos y deja que su recuerdo se queme sobre el mar. Termina ese libro que escribisteis juntos y atiende a los que aun están, lo que aun te queda, pero cómo consejo personal y sin querer parecer superficial, no te aferres demasiado fuerte, no pongas en ello toda tu alma ni tu existencia, porque la vida sigue en movimiento y quién sabe que otro recuerdo puede romper mi gata mañana...



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