viernes, 31 de agosto de 2018

Siempre Amanece.








Dicen que siempre amanece.

Cada noche nos vamos a la cama convencidos de ello, pero realmente no lo sabemos. Los días pasan y nos vamos muchas noches a dormir con cosas por hacer, palabras que decir y sentimientos que resolver.

 Yo no tengo muchos desatendidos, pero alguno queda. Cada noche intento ordenarlos, superarlos, sobrevivirles...pero no siempre lo consigo.

Esta noche me siento cansada. No de trabajar, si no de pelear con mis circunstancias. Son las que son, no son buenas ni malas y sin embargo son las perfectas, soy yo la que no consigo aclararme y aceptar, que no resignarme, a que son las que  tienen que ser.

Soy feliz, lo reconozco, no significa eso que esté siempre riendo y cantando, aunque casi siempre sí sonriendo y soñando, Aparentemente todo está en orden en mi vida, sin embargo como casi la totalidad del planeta a veces siento que me falta algo. O no sé, sólo es que me canso quizás, porque reconozcámoslo... es difícil esto de vivir con una consciencia algo más desarrollada, es como coger pompitas en el aire, como escribir con un lápiz demasiado corto, y yo además me he propuesto vivir de maravilla.

Pero entiendanme, no de maravilla en una gran casa decorada con lujos, un pedazo de coche y un amor que me haga eternamente feliz para siempre...De maravilla en una casita vieja, con un coche pequeño para ir a trabajar mucho y con una vida algo solitaria.

Lo bueno es que la mayoría del tiempo no me pesa. En verdad me siento feliz y afortunada de saber apreciar cada una de las bendiciones que la vida me ha otorgado. Pero como si alguna vez hubiera salido de la caverna de Platón y hubiera visto la vida como es de verdad ahora las sombras que todos admiran no significan más que una visión distorsionada y malinterpretada de la realidad para mí. 

Así que me agrada enormemente alejarme del mundo, no mirar donde todos. Disfrutar en cierta medida de las personas que me rodean y a las que en según qué medida amo, y no implicarme ciertamente en nada que me suponga un riesgo emocional, he dejado el tabaco y los deseos primarios, por el bien de mi salud.

Eso no quita que mi mente en su desintoxicación anhele anhelar todo lo que hasta hace poco era mi vida, la vida que nos venden que hemos de tener para poder certificar antes de nuestra muerte que hemos vivido. Pero sólo es un instante y enseguida recuerdo lo que tantos años de mentiras me han enseñado y cuan falso es todo aquello que aprendí.

Así que me decido a empezar se nuevo, a romper mis estructuras de juicio, a reeducarme a mí misma en los pensamientos que decida verdaderamente que he de tener para sentirme bien con todo lo que me rodea en su total y absoluta improvisación de los hechos. 

Ya está bien creer que ésto está bien o aquello está mal porque así lo cree el resto del mundo, porque así me lo enseñaron desde niña. El mundo últimamente dice que están bien las atrocidades y que está mal el amor y la libertad. Ya no voy a buscar la aprobación del mundo para poder pensar que mi vida es la correcta y que soy feliz. Me da igual las fotos que cuelguen todos en las redes queriendo hacer ver que ellos sí saben cómo disfrutar, dejando, a mi entender, mal sabor de boca a aquellos que aunque publiquen también sonrisas falsas se sienten en lo más profundo de sí desgraciados.

Salir guapísima en una foto no puede ser el motivo de mi bienestar igual que salir fea no puede serlo de mi pesar. Ser el popular de mi grupo de amigos no puede darme seguridad en mí misma, igual que pasar desapercibida no puede hacerme sentir inferior. Tener una persona que esté enamorada de mí y me mire a los ojos cada día no me dará la seguridad de no sentirme a veces sola, así como estar sola no me prohíbe encontrar paz interior en mi propia soledad. Nada debe hacernos sentir tan bien o tan mal en la vida como para olvidarnos de nosotros mismos, de nuestros sentimientos que aun con todo el derecho no tienen más que un cometido, que aprendamos a entenderlos, valorarlos, perdonarlos y aceptarlos como parte de nuestro ser.

Ponerlos cada noche en orden junto con las emociones, junto con los recuerdos. Si mañana amanece arreglar lo que debamos arreglar, y olvidar lo que merece la pena olvidar. Quizás la felicidad no es una sola cosa, quizás para cada persona en cada momento de su vida son un millón de cosas que cada día experimentamos y que junto con lo bueno y con lo malo que sacamos de ellas, no sabemos cuando lo volveremos a experimentar y valorarlo, simplemente, valorar la vida pero sin necesitarla demasiado. 

Dialogar con nuestra consciencia y con nuestra conciencia, hasta llegar a un acuerdo y que podamos dormir con todo hecho, todo dicho y todo resuelto, y nos demos cuenta del valor de lo que hemos hecho, dicho y arreglado, porque aunque sabemos que puede que...mañana no amanezca,  nos dormimos sabiendo que amanecerá...siempre, mañana amanecerá.