martes, 10 de octubre de 2017

Cuando el Alma Mira al Cielo

Consciencia       Perdón        Aceptación



Cada vez me cuesta más dejar hablar a mi alma... 

Quizás no me gusta la visión que tiene del mundo. Es una alma inocente, un alma que quiere que la vida siempre sea como un cielo azul, que quiere creer que vivir ha de ser algo hermoso siempre. Pero precisamente, ésa idealidad creada por mi pobre y cansada alma, es la que la hace sentirse siempre triste y desgraciada, porque la frustración de ver tantas veces que el cielo no es azul duele, porque en verdad la vida no es un cielo azul. 

La vida simplemente...no es..., la vida "está siendo", siempre...Constantemente, como el cielo, la vida cambia, la vida es en cada instante, como los colores del cielo, distinto. 

Cuando llueve, cuando hay niebla, de noche, días nublados, noches cerradas de tormenta, días que aclaran y dibujan el cielo de nubes con dulces formas que se mueven sin descanso, atardeceres, amaneceres, noches negras...

El cielo nunca es igual, jamás. Pero si a cualquiera nos preguntan de qué color es el cielo...siempre respondemos, Azul. Quizás porque así lo deseamos, porque es el color que nos hace sentirnos vivos, plenos y felices, aunque no entendamos ni siquiera muy bien en qué consiste eso de la felicidad, y lo confundamos con otras emociones. que tienen mucho de mentira y dolor escondidos... 

Por eso nosotros preferimos pensar que el color del cielo siempre es un estable y agradable azul con ratos de radiantes atardeceres...Hacemos como si las tormentas no existieran...sólo porque nos dan miedo...

Soñamos con esos veranos de cielos radiantes, esas primaveras con azules y blancos esponjosos jugando con el aire...Y si deja de ser azul claro, que sea por favor azul oscuro...y que millones de estrellas parpadeen y una gran luna lo ilumine todo y me acaricie con su suave brisa...

Sí...eso es lo que deseamos todos, pero...No es así y ahí entra la aceptación. 

Cierto es que son muchos los días claros, pero igual de cierto es que necesitamos los días grises porque el agua por algún motivo comienza a hacer su ciclo maravilloso, y necesitamos los días de lluvia para que vuelva a nosotros y cree la vida. Necesitamos que el cielo cambie a cada instante para que la vida siga y ahí es donde habla nuestra consciencia. Porque la vida es un constante movimiento, y nada se va a parar...Absolutamente nada se detiene. Aunque nosotros, pobres bichos humanos inocentes digamos que el cielo es azul por nuestra incapacidad de verlo como és, aunque en el fondo lo estemos viendo gris y oscuro por el dolor de no entender como vivir el cambio y la incertidumbre de que a veces el cielo es azul y a veces no...

Es verdaderamente frustrante que no podamos hacer eternos momentos en los que nos sentimos realmente felices...o alegres...o plenos...en los que de repente le encontramos sentido a todo. Es realmente frustrante, pero hay que superar esa frustración, y por ello yo creo que nuestras mejores herramientas son la  consciencia, el perdón y la aceptación.


Tres actitudes que en su justa combinación y según cada momento, pueden hacernos pasar de ver un horrible día gris y frío, a disfrutar de un tiempo de retomar fuerzas, de curarnos, de crear, de recogimiento y sosiego en paz. 

No es fácil, os lo aseguro, yo soy de esas personas que lo intentan cada día, y a veces lo consigo, y a veces no...pero no desisto. Y a estar alturas ya son muchas las ocasiones, en las que el color del cielo solamente me acompaña, sin herirme. 

Pero también aun quedan muchos otros  instantes horribles, en los que las terribles tormentas lo arrasan todo y me hacen quedarme muerta de miedo en un rincón. 

Bloqueada, rota, sin capacidad de  hacer nada. Sin poder darme cuenta que en realidad no ocurre nada, y que sólo es el tiempo que está pasando, y yo  sólo tengo que contar. Contar cuantos buenos recuerdos tengo vividos por ahora, ordenarlos para no perder la pista de mi vida, rememorarlos y agradecerlos, contar... Contar elefantes, contar chistes, contar con nosotros mismos, contar los sueños que nos quedan por realizar, contar las cosas que haremos...cuando seguro haya pasado la tormenta, que al final siempre, siempre, siempre pasa...Y esperar, con paciencia y esperanza, porque si hoy llueve es para que mañana el día nos pueda regalar un cielo más azul y la capacidad de poder seguir viviendo y haciendo todo aquello que deseamos.

Hoy mi día es azul. De un precioso azul intenso. Hoy y ahora...dentro de poco cambiará e intentaré adaptarme a ese cambio. Estar preparada y haber hecho todo lo posible por aprovechar este buen instante, mientras espero el nuevo color que la vida me traiga. Saber que ha de ser así. Como las marismas...en cada época del año son distintas, en primavera son preciosos centros de vida de plantas, de aves y animales, pero pasa el tiempo  y poco a poco tristemente se van secando. Durante meses han de perdonarse el abandono de las aves, la muerte de las plantas, su soledad, su vacío, su incapacidad, su ausencia...Así también en las marismas de nuestra alma a veces también todo se seca y muere.

Y han de secarse...Y debemos perdonar todo también. Porque si no se secan en los terribles veranos en los que el sol mata, aun viendo su tierra agrietada y desértica, nunca podrían convertirse en una fuente de vida para miles de especies después. Lo que no cambia, lo que no se mueve muere, y si su agua no se secara se pudriría y las aves que se acercaran a ella morirían y así la propia marisma terminaría muerta, envenenada y sola por siempre.

Es una lección difícil, no sé si por la cultura en la que nos criamos, por la sociedad en que vivimos, por la mala educación emocional que tenemos...Es una pena que se nos pase la mitad de la vida esperando días azules y cuando los tenemos...no nos damos cuenta de que son un regalo que pronto se irá, porque así no viviríamos con ansiedad lo malo ni con indolencia lo bueno. 

Yo no soy la persona más sabia en éste sentido, pero al menos, sé hacia donde tengo que ir para llegar a comprender todo ésto. Porque si algo tengo claro es que mi camino va hacia la felicidad, no hacia la felicidad total ni final...o eterna, no, porque eso no existe, pero sí hacia la felicidad de entender que mi paso por este mundo merece la pena, que éste mundo de algún modo y aunque sea un desastre...también merece la pena, y que lo que deje aquí el día que ya no pueda seguir mirando el cielo porque esté en él, será agradecer ese cambio y así, saber cambiar con él, porque todo seguirá cambiando de la misma manera cuando yo me vaya, y quiero pensar que ese cambio será eterno, el tiempo será eterno, aunque si algo es seguro es que el cielo seguirá siempre cambiando, y a cada instante tornara cada una de sus luces y colores...y yo...,sabré que lo entendí, supe perdonar todo lo que ello me conlleva y acepté que la vida es así...



...Y puede que incluso consiga dar las gracias.

Mientras tanto, seguiré con el alma...mirando el cielo.