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viernes, 12 de agosto de 2016

Don Gregorio. (Relato corto)





Estaba sentada en un banco. Era una noche calurosa. Las familias y parejitas de vacaciones pasaban delante de mis ojos de modo incesante. Todos parecían sacados de un anuncio barato de la tele

Con mi bolso en el regazo sacaba un cigarrillo y bebía de mi preciosa petaca de vodka. Necesitaba calmarme, estaba bastante nerviosa. Aquel hombre había contactado conmigo por internet y parecía estar muy seguro de que tenía que decirme algo muy importante. Algo que me salvaría la vida o algo así.

Era la noche en la que descansaba de mi trabajo eventual de camarera. Y el anciano internauta había accedido a ir hasta la playa para verme en pleno agosto. Cuando se me presentó en el foro EL PODER DEL ALMA pensé que quería lo que todos los salidos de internet, pero luego empezó a hablarme de "esas cosas que yo sabía"...y que él sabía que yo lo sabía y entonces empecé a ponerme rara y neurótica, cuanto más me hablaba más observaba que pareciera conocer los pensamientos más ocultos de mi mente. Tenía que hablar con él. Necesitaba saber, saber más, aunque mi deseo real era no saber nada de nada.

Pasó un trenecito de esos de ocio y música por delante mía, la calle estaba iluminada con grandes farolas. Yo miraba a izquierda y derecha y no veía a nadie solo, y justo cuando me decidí a encender otro cigarro con los ojos rebuscando en el bolso, escuché su voz:

-¿Cándida? - Una dulce cara con el pelo blanco como la nieve, y unas gafas desgastadas, eran los propietarios de aquella dulce voz.

-Si.- Contesté enseguida- Usted es Gregorio ¿no?

-Don Gregorio para ti jovencita...podría ser tu abuelo...-dijo poniéndose serio.

-No, no...jajaj...-Se me escapó una carcajada-   Ojalá tuviera edad de tener a mis abuelos conmigo...

-¿Que dices?...¿Me estás llamando viejo?...sólo tengo 86 años señorita, jajaja...

Los dos reímos juntos y empezamos a hablar como si fuéramos dos chiquillos, con una extraña conexión inmediata, aquel hombre parecía de verdad saber exactamente que era lo que me hacía más feliz y más desgraciada..,

De repente me encontré tan agusto que casi olvido para lo que habíamos concertado aquella extraña cita. Pero en un momento dado lo pude recordar y  mi corazón volvió a llenarse de angustia, el hombre entonces guardó silencio como si supiera, que era el momento de escucharme.

- Don Gregorio...¿Que sabe usted de mi?

-Todo. - Le miré fijamente a los ojos. - Y te digo la verdad porque hasta éso sé que deseas saber, toda la verdad.

-Y ¿qué es exactamente éso que tiene que decirme y que es tan importante para mi?

-¿No me preguntas primero el porqué sé tanto de ti?

En ese momento se me  hizo un nudo en la garganta. 

- Porque lo sabes ¿verdad Cándida?...¿cuanto hace que lo sabes?, ¿Cuanto tiempo llevas sabiendo tantas cosas?....

A mis ojos saltaron las lágrimas, y me escondí con las manos en un llanto desconsolado.

-Eh¡...- con su mano en mi hombro me consolaba Don Gregorio mientras sonreía - No me creí que lo estuvieras pasando ya tan mal....cuéntamelo.

Sacó un pañuelo de tela de su bolsillo muy bien planchado que olía a colonia fresca y me lo ofreció.

- Sabe que no es necesario que le cuente nada. 
Lo sé. Sé porqué está aquí, Sé cómo son las personas de verdad a los diez minutos de conocerlos, incluso lo que ellos no saben, sé lo que le pasa a cada uno de los clientes de mi bar, incluso podría... ¡¡saber si charlara  con el chofer del maldito trenecito, qué es lo que le pasa porque está claro que o le va fatal con su mujer o le ha llegado la liquidación del I.V.A!!...
Sólo hay algo que no sé...¿Que este castigo?, ¿Una enfermedad?, porque es para volverse loca, es cómo si pudiera ver lo peor de cada persona y el miedo se apodera de mi, no puedo empezar nada porque sé cómo puñetas va a terminar y... sólo puedo huir, alejarme de todo el mundo, no tengo amigos, muy pocos, dos, y no saben del todo lo que me pasa...si pudiera contárselo..., pero sé que no me creerían...pero también sé que me quieren mucho y éso es lo único que necesito...porque este..."don"...o como usted quiera llamarlo para mi es una pesadilla, es como ver una película que ya te sabes una y otra vez. ...Alguna vez me he equivocado D. Gregorio, y es maravilloso...pero no es lo normal. Así que...dígame por favor que es ésa la respuesta que viene a darme...

El anciano sacó un libro de su bolsillo, parecía un viejo diario con las hojas en blanco, pero no estaban del todo en blanco, parecían estar borradas, las muecas del lápiz estaban y el papel viejo y emborronado mostraba un trabajo arduo por hacer desaparecer su contenido.

-Siento comunicarte mi querida niña que no puedo contestar a tu pregunta. Sé que somos muy pocos, y tenemos la obligación de ayudar a los que nacen con este don, damos nuestro testigo a una sola persona, de la que somos conocedores desde el día de su nacimiento. Yo soñé contigo el día en que viniste al mundo, y en cada uno de los momentos de tu vida he estado presente, en tu negación a tu don, cuando caíste enferma porque te creías loca, cuando empezaste a tomarlo cómo un defecto más, y en ésta última etapa en la que sabes exactamente todo lo que tienes que saber, a poco que te esfuerces puedes verlo todo...pero no puedes ver la respuesta más fácil, pronto pasarás a tu siguiente etapa, y sabrás de alguien en el mundo que un día necesitara tu ayuda.... 

-¿Pero...- Volví a preguntar con mi gesto más ingenuo- ...Qué significa ésto?

-Oye sabes menos de lo que cuentas ¿eh? jejeje...ya van dos preguntas...

-Oh Don Gregorio, no se burle de mí, ya sabe a lo que me refiero.

-Bueno, perdona, perdoname princesa...mira es tan sencillo que no puedes verlo. Cuando yo tenía tu edad y empecé a darme cuenta de lo que era capaz de saber, al principio, empecé a apuntar cada cosa que confirmaba que había acertado en ese diario. En poco tiempo el diario estaba completamente escrito y yo tenía muy claro de que todo cambiaría a partir de ese momento, cuando oyera ésa voz interior que tu y yo oímos, que te dice lo que nadie sabe aun porque aun no ha sucedido, o lo que sucedió en el más oscuro de los secretos, yo la escucharía, e intentaría evitar lo malo, cambiar el destino para que a nadie le sucediera nada, para que todos fueran felices, pero me di cuenta de que...

-...no se puede cambiar lo que va a suceder...- Interrumpí-

-Exacto...si yo no aprendía a controlarlo terminaría conmigo, y es mejor hacer lo que podemos hacer aunque en verdad sabemos que no hacemos nada...que vemos las cosas pasar por delante de nosotros y no podemos evitarlo y si intentamos evitarlo siempre te toman por loco. 
Decidí escoger  no querer saber más que lo evidente,  de cada persona, de cada historia, y pensé que un buen paso era olvidar todo lo que ya sabía así que empecé a borrar todas y cada una de las páginas de ese diario...Cándida. De ti depende saber o no saber. ´Tu eres la que decides si escribirás y llenarás las páginas de ese diario que es tu futuro, o las dejas en blanco.

-¿Entonces no hay explicación de por qué...?

El Sr.Gregorio negaba con la cabeza.

-Ya me lo suponía...

En ese momento ambos empezamos a reír con una escandalosa y sentida risa, y después retomamos nuestra conversación hablando de muchas cosas. 

Le invité a dar un paseo por la arena, de mi brazo, bajo la luna que brillaba blanca en el cielo. Y entre risas y el ruido de las olas, hablamos de las obras  de Leonardo Da Vinci, de la teoría cuántica radical de Newton y de la ópera que más le gustó a la reina Elizabeth I,  Fue una noche maravillosa, a las doce nos despedimos y yo me marché camino del apartamento mientras miraba las páginas de aquel diario.... Al final, saqué otro cigarro y mientras lo encendía lo comprendí...lo supe, y  ésa sería mi última visión y única premisa.


Dejaré las cosas pasar y que digan su nombre, dejaré que se cometan los errores, dejaré que el futuro me sorprenda, no querré mirar lo que hay detrás de la cortina, ni saber el truco del mago, no puedo salvar a nadie ni a nada. Abriré mis ojos, pero sólo para ver quien me quiere de verdad y quien sólo me desea el mal, para amar a quien me ama y para huir de quien me hiera,  porque al fin y al cabo la que sin querer lo sabe....soy yo.

Dedicado a D, Gregorio a quien conoceré algún día.



jueves, 7 de enero de 2016

EL SUEÑO . (Narrativa)




El ruido de las olas me fue despertando poco a poco, hacía un calor suave y corría la brisa salada. Al abrir mis ojos la luz del sol me deslumbraba, entonces apareció tu cara de payaso haciendo una mueca que me hizo reír. << Te quiero tanto...>>

<<¿Donde estabas?, me quedé dormida y no aparecías. Adoro tu sonrisa. No tenemos que hablar, no hace falta>> Me tiendes la mano y dejo que me lleves contigo, <<¿Donde vamos?, ¿Me harás una diadema de flores?. De tu mano no tengo miedo>>. Vamos a buscar frutas,  isla adentro, y me llevas con los ojos cerrados  por un sendero que sale de la playa, - es una sorpresa, "suuhh"- me pones el dedo en la boca, -escucha- << Lo oigo, las Cacatúas y el Tucán se oyen en lo más profundo de la selva, y un suave beso me hace abrir los ojos, ya no estás, busquemos por separado será más divertido, se me da bien trepar a los arboles, y las bayas están buenas aunque a veces nos ponen un poco chisposos...>>.

<< Sígueme que sé donde hay un lago, ¿ves?, agua dulce sólo para ti, la cascada te la regalo, éste será nuestro sitio secreto>>. 

Jugamos en el agua, siempre estamos riendo, me miras a los ojos, el ruido de la cascada nos ensordece y al fin me besas, salgo a correr y me persigues. <<Me esconderé dentro de la roca>>, me has encontrado, ahora eres tú el que me lleva en los brazos por las aguas oscuras de la cueva, la luz se cuela por una chimenea y estamos allí solos, girando sin decir nada, mirándonos el alma, más allá de los ojos, en silencio, sonreímos. De repente se oye un cañonazo, los piratas asaltan la isla, hemos de encontrar refugio.

Salimos del lago por un sendero oculto, me llevas de la mano y me siento segura. <<Tu por allí y yo por allá, rodearemos a los contrabandistas, ¿me quieres?, te quiero>>, cuando el amor es verdadero puede perderse en el tiempo pero siempre volverá a su dueño. - Adiós mi amor, ten cuidado.

<<Buscaré en nuestra choza las lanzas que fabricamos para pescar, desde aquí se divisa la playa, ¿y si no salimos de ésta?. Los piratas están buscando un lugar seguro para su botín, si nos descubren nos matarán>>.

 Les vigilo y a lo lejos en el atardecer entre las palmeras te imagino, astuto, rápido, con los ojos clavados en el peligro, contigo me siento a salvo, pero yo también soy fuerte, y defenderé nuestra isla. 

De repente siento un ruido tras de mi. - ¿Eres tu? - un malvado sale de entre la maleza, me amenaza con su cuchillo y me echa a su espalda como un saco mientras ríe. - ¡Suéltame bestia inmunda!, ¡márchate de mi isla secreta! 

Me lleva hasta la playa, y delante de todos me deja caer en la orilla. <<¡Dios mio!, ahí estás. Te han apresado. Te obligarán a trabajar para ellos y a mi me harán algo peor>>. Nos separan y te llevan en un bote hasta su barco. Han encendido un fuego, están bebiendo y cantando y me hacen bailar con ellos, apestan pero no es eso lo que me preocupa,  pierdo la mirada buscándote en la oscuridad, <<¿donde estas? hazme una seña, dime que estas vivo, amor mio, ¿que será de nosotros?>>.

Al fin se han quedado dormidos, consigo desatar mis cuerdas y entro en el agua despacio, no quiero hacer ruido, nado hasta el barco, estoy muy cansada pero me puede el peligro. Subo despacio por la escalerilla, salto dentro pero todo está oscuro. Te llamo suavemente. Entonces escucho tu risa, <<¿es que me estabas esperando?, vamos antes de que se despierten>>;- No princesa- me dices, <<seguro que has planeado algo, confío en ti, te espero en el bote, será divertido, vamos>>...cinco, cuatro, tres, dos, uno...PUM! Todo explota por los aires, <<¿pero donde estas tú?>>, la fuerza tumba mi bote, vuelan los trozos del barco, algo me golpea fuerte, pierdo la consciencia y caigo al agua.

Resbalo por los rayos de luna hasta el fondo del mar, siento frió, la marea me arrastra, todo desaparece, te llamo desde el fondo de mi alma, grito tu nombre en el silencio del océano, por unos segundos la vida parece haberse ido y tu con ella, hasta que  poco a poco vuelvo a sentir que despierto, oigo ...<<¿gorriones?>>, abro los ojos y la luz pasa por la persiana haciendo infinitas estelas brillantes, estoy sola, estoy en mi habitación y tengo tu foto mi mano, <<No puede ser, amor mio, ¿de verdad todo fue un sueño?, me siento morir y lloro sobre la almohada, << ¿Cómo decía? cuando el amor es verdadero puede perderse en el tiempo pero siempre volverá a su dueño. !Claro¡, ¡Éso es!, ahora lo entiendo. 

Me levanté deprisa, me puse algo de ropa y me vine a esperarte a esta playa. Aquí estoy, en la misma orilla, te he esperado minutos, días, semanas, meses, demasiado tiempo, demasiados años, quizás jamás sepas que te espero, pero por si fueran verdad los chamanes y las hadas, por si de verdad existieran los milagros estaré por siempre en esta orilla, en mi sueño, en nuestro sueño...

jueves, 31 de diciembre de 2015

LA NOCHE DE LAS NEYSAS. (Microrrelato)




Era el día indicado.

Era la noche en la que todas las Neysas de todas las partes del mundo se reunían en aquel claro del bosque, junto al lago que era su hogar.

Poco a poco aparecían de entre las sombras, se despojaban de sus ropas y con sus blancos cuerpos desnudos  se colocaban en su sitio formando círculos. Eran todas mujeres muy jóvenes y hermosas, seres preciosos, diosas de la belleza. Todas tenían largos cabellos que  brillaban en todos los colores, cobrizos, castaños, rojos fuego, plateados y dorados, y sus rostros eran todos perfectos, ojos preciosos en rostros de ángeles.

Cada año se reunían para celebrar el gran día de las Neysas.

En éste día conmemoraban su justicia,  la muerte de miles de hombres,  la destrucción de aquellos que alguna vez hirieron a una mujer,  hombres mezquinos que merecían un castigo que ellas se encargaban de ejecutar engañándolos con su belleza y su sensualidad, y haciendo que lo perdiesen todo, a veces incluso la vida.

Las Neysas eran seres salidos del submundo que venían a vengar el dolor de cada mujer maltratada, eran la justicia de los dioses. Tenían la apariencia de la mujer más hermosa que un mortal pudiera imaginar, estaban repartidas por todas las partes del mundo y tenían un cometido, eran fuertes, inteligentes y siempre conseguían su propósito, pero había una cosa que nunca podían consentir, lo único que delataría su verdadera y espectral apariencia, el contacto con el agua.

Aquella noche una de ellas parecía más nerviosa de lo normal. Sus compañeras cuchicheaban y se reían a sus espaldas. Mia, que así se llamaba, tenía un pelo largo y cobrizo,  y una sonrisa y una luz en sus ojos distinta a todas las demás. Cuando cada una ocupó su sitio llegó la más veterana y maestra, Ama, su largo pelo plateado, liso como rayos de luna casi tocaba el suelo, aunque su cara y su cuerpo era joven y hermoso.

Ama  fue mirando a los ojos a cada una de las Neysas, le ponía sus manos en las mejillas, sonreía y continuaba, así de una en una iba sintiendo en su mente los llantos y gritos de aquellos hombres malvados, a los que cada Neysa había dado castigo, lamentos de misericordia que vengaban los de aquellas a las que hirieron. Todas habían cumplido su obligación, hasta que llegó ante los ojos de Mia y puso las manos en sus mejillas rosadas.  Ama se detuvo, miró a Mia con preocupación y su rostro se volvió serio y triste.

- ¿Que has hecho mi niña?

Mia bajó los ojos e intentó disimular:
-No sé a lo que se refiere madre.

-Claro que lo sabes...te has enamorado.

-Pero madre, él no es cómo los demás. No pude destruirlo, no se lo merecía.

-Todos los que te ordeno que ejecutes se lo merecen, no hay errores, te ha engañado.

-Madre, déjeme que le esplique, él me ama, me vio como soy en realidad...

-¡Estas loca! Insensata, sabes que eso está prohibido.

-Pero aún con mi apariencia real, me ha entregado su corazón.

-¡Mia, es un pirata sucio y ruin que mata y viola a mujeres por los siete mares!, ¿cómo has podido dejarlo vivir?. ¿Cuantas mujeres sufrirán por tu debilidad?

-No madre. Dejó de hacer daño a las mujeres por mi. Le conté nuestro secreto y dijo que sería bueno. Sé que dice la verdad...me deja nadar junto a su barco, a veces casi puedo sentir que es él el que me sigue hasta el fin del mundo, y cuando encontramos una isla desierta donde ocultar nuestro amor, yo me vuelvo hermosa para él y nos quedamos en ella días y días, felices, amándonos. Me dice cosas tan hermosas...sé que algún día estaremos juntos para siempre...

-Mia, pobre niña...,¿ y tu le creíste?, Te has enamorado...- Ama se alejó de ella- ¿sabes lo que te ocurrirá ahora?...pobre Mía...

-Creo que no es justo, pero si es mi castigo por no matarle, que así sea...

Ama la miró por última vez a los ojos, un rayo cruzó el cielo.
- No olvides lo que fuiste...

De repente se desencadenó una gran tormenta, empezó a llover y  todas las Neysas huyeron, unas corrieron hasta perderse por entre los arboles y otras saltaron al lago donde se les podía ver convertirse en lo que eran de verdad. Apenas entraron en el agua de aquel oscuro lago sus cabellos se volvieron tentáculos espinosos, su piel se tornó azulada y cubierta de begigas y escamas, y sus ojos blancos no tenían mirada. De repente eran monstruosas criaturas con dientes puntiagudos, repugnantes y putrefactas, que nadaban deprisa buscando la oscuridad de las aguas profundas..

Antes de que pudiera darse cuenta Mia se había quedado sola, bajo la lluvia, desnuda, cayó sobre si misma llorando amargamente, agarrada a sus piernas, aterrada, se sintió morir sobre el fango. Ni siquiera se dio cuenta de que su cuerpo se estaba mojando. Con el agua su pelo se fue oscureciendo, hasta quedar negro como la noche y su larga cabellera caía a jirones, parecía estar muriendo de verdad sin embargo su cuerpo no se volvía espectral, se había mojado y seguía siendo una mujer. 

Entonces se dio cuenta. Al enamorarse había perdido todo su poder, se había vuelto mortal, sin belleza alguna, pero mujer. Miró su reflejo en el lago, su corto y horrible pelo, su cuerpo había envejecido, y sus ojos se habían apagado,  pero lo que vio en su corazón fue su libertad, al fin podría estar con él, recogió sus ropas y corrió por el bosque, ahora si podría demostrar que él la amaba de verdad, buscaría a su amor, montó en su caballo y corrió bajo la lluvia hasta la ciudad, en cuyo puerto estaría su amado.

Cabalgó toda la noche rezando porque su barco no hubiera partido, lo vio desde lejos y sin pensarlo dos veces corrió hasta él y subió a bordo. Su amado estaba en la popa dando instrucciones a los marineros cuando ella irrumpió, todos quedaron en silencio:

-¡Amor mio!, ¡Mira que me ha pasado!, al fin podremos estar juntos.- Mia hablaba mientras avanzaba entre la tripulación hasta donde estaba el capitán. Uno de los marineros la agarró y le puso un cuchillo en el cuello.

-¿Quien eres intrusa? - Le preguntó el capitán mirándola de arriba a abajo.
-Soy yo, Mia. Tu amada, tu compañera...nuestro secreto, ya no tienes que tener miedo, soy una mujer normal, no tendremos que escondernos nunca más...

El capitán se acercó a ella despacio y la miró a los ojos. Apartó el cuchillo de su cuello y la acercó bruscamente hacia él, olió su cuello con cara de asco y tocó su pelo enfermo: 
-No te conozco de nada, jamás te había visto. No eres más que una vieja que intenta colarse en mi barco, así que te invito a que bajes de él y no vuelvas nunca más.

-¿Cómo que no sabes quien soy?, sabes perfectamente quien soy,¡ me dijiste que me amabas, te perdoné la vida!

El capitán la cogió entonces por el cuello levantándola del suelo y con los ojos llenos de ira le dijo al oído:
-He dicho que no te conozco de nada, así que no quiero volver a verte jamás. ¡Bajadla del barco!

Dos marineros cogieron a Mia que gritaba y lloraba suplicando clemencia a su amor, la bajaron del barco, la abofetearon fuertemente y la dejaron tirada en el suelo del puerto:
-¡Y no vuelvas por aquí vieja bruja!

Pasaron horas hasta que Mia volvió en si. El barco se había marchado, aquel que juró ser su amor la había engañado y ahora era una mujer abandonada y maltratada, lo había perdido todo por amor.

Como pudo buscó auxilio en la ciudad, anduvo por las calles pidiendo ayuda pero ni siquiera la miraban, hasta que se le acercó otra mujer, hermosa y bien arreglada, la cogió por el brazo cuando casi iba a desmallarse y la llevó a una casa. En la casa había más mujeres, una de ellas le trajo una manta y una copa con agua, y la sentó cerca del fuego. Todas las demás salieron de la habitación, pero aquella muchacha de largo pelo dorado se sentó junto a ella y le cogió las manos:

-No se preocupe señora. Todo saldrá bien, yo la ayudaré. Los dioses dicen que todos recibirán su castigo, aquel que le haya hecho sufrir pagará aunque se esconda en el último lugar del mundo.

-¿Cómo sabes tu eso? - Le pregunto Mia asustada.

-Yo me encargaré de que así sea...

-¿Eres una Neysa?

-¿Neysa?...no. No se de que me habla, yo solo soy una mujer...


jueves, 19 de noviembre de 2015

GABRIEL. la Historia de un Trovador..(Narrativa)



Gabriel iba cada sábado con sus padres a la reunión de las casas nobles en palacio.

Era una joven doncella muy tímida y acomplejada, de largo pelo rojizo, que adoraba ir a ese acontecimiento, porque mientras  los representantes estaban reunidos, todos  los jóvenes se quedaban en un salón charlando y jugando y a ella le encantaba estar acompañada de aquel grupo tan divertido.

Muchas veces una profesora enseñaba a los adolescentes a bailar el Rondeau y la Ballade, danzas que luego habrían de ejecutar en la fiesta que sucedía a la reunión. A Gabriel le encantaba bailar, pero había algo que le apasionaba más, y que le hacía no faltar ningún Sábado por enferma que estuviera... Elicel, un muchacho dos años más joven que ella, del que se sentía totalmente prendada.

A sus dieciocho hermosos años Gabriel se había enamorado de un delgadito joven de dieciséis. Se sentía  grotesca y torpe a su lado, porque Elicel era un bailarín maravilloso, ágil y seguro de cada paso.

Cuando la maestra indicaba el comienzo de la pieza las parejas se iban colocando, todos se preparaban, el salón brillaba con las grandes lámparas y los preciosos adornos de flores. El pequeño dueto de trovadores comenzaba a tocar una preciosa melodía y todo se transformaba.

 Gabriel se colocaba con algún  joven que le tendía la mano invitándola, y comenzaba a bailar, entusiasmada en los pasos movía los pies con soltura, adoraba bailar, se movía hacia un lado y otro cogida de las manos de su compañero, giraba y giraba, con los violines sonando alegremente y su vestido volaba..

La música seguía sonando y las parejas iban cambiando. En un juego de movimientos grupales se iba acercando poco a poco al  sitio en el que estaba Elicel, llegaba el turno en el que podría bailar con él, - Al siguiente cambio estaremos juntos- Pensaba mientras disfrutaba de aquel mágico momento.

Cuando al fin se vio frente a él sintió que el corazón se le salía por la boca, respiró hondo y cerró los ojos, le cogió de las manos y se dejó llevar, junto a él sentía la felicidad más plena que jamás nadie pueda sentir, bailar con él era como dejarse llevar por las olas suaves, era un instante detenido en el tiempo que grababa en su memoria como alimento para esperar hasta su próximo encuentro, el próximo sábado...

Sólo su recuerdo le hacía sentir que su vida tenía sentido. Era el amor más puro el que latía en el corazón de aquella pelirroja incapaz de declarar en voz alta sus sentimientos, casi adolescente aún.

Y ella amaba a Elicel aunque su amor no era correspondido, jamás podría estar junto a aquel joven. Elicel tenía su unión ya apalabrada con una de las hijas de un Alférez Mayor, una bella joven de su misma edad. El matrimonio sucedería cuando los niños cumplieran los dieciocho años. Cuchicheaban además las otras muchachas de la clase que se sentía muy feliz porque gracias a aquel compromiso podría entrar en la academia de caballería, y llegar a ser un soldado al servicio del Rey y de Dios.

 Él nunca lo sabría, nunca sospecharía que aquella muchacha temblaba entre sus brazos, Gabriel sabía que jamás sería cortejada por él y nunca sería para ella, aun así se conformaba y se sentía feliz con pasar aquellas horas cada semana.

Sin importarle nada continuó acudiendo cada sábado incansablemente, y el tiempo fue pasando. El enclenque muchacho se fue convirtiendo en un apuesto joven que se tomaba la clase casi a broma esperando y ansiando el día en que pudiera entrar con su padre a reunirse con todos los miembros de la corte. Pronto cumpliría los dieciocho y marcharía al frente, pero antes convertiría a su prometida en esposa como habían pactado las familias.

Gabriel seguía acudiendo a aquellas clases aunque su lugar estaba ya en otra sala donde se reunían las mujeres, pero ella convencía a su madre para estar allí con Elicel, entre risas y giros al compás de aquellos viejos cantares. Cuando bailaban juntos sentía que no había nadie más en el mundo, y aunque supiera que para él ella no existía, seguía entregando el alma en cada paso a compás que daba junto a su amado, sabía que pronto llegaría el día en que marcharía y puede que jamás volviera a verlo, pero eso no le robaba ni un instante de tocar sus manos y mirarle a los ojos.

El día de la boda de Elicel, Gabriel estaba resplandeciente, se había convertido en una mujer muy hermosa que estaba dando quebraderos de cabeza a su padre al negarse a contraer matrimonio. Miraba cómo su amado se unía para siempre a otra joven que le daría hijos y con la que compartiría lecho. Pero Gabriel no parecía triste.

En la fiesta nupcial, los novios bailaron, los bufones hicieron malabares, la comida y la bebida corrían por el salón. Gabriel esperó pacientemente hasta que empezaran los bailes y se dispuso a bailar con un joven apuesto que la había pedido. Comenzó el Rondeau y todos se movían al unisono, dentro de un corro los chicos giraban alrededor de las chicas hasta que frente a ella tocó en su turno el propio novio con sus mejores galas. Gabriel se sintió feliz de bailar de nuevo con su compañero de juegos, pero a medida que se miraba en sus ojos y comprendía que lo había perdido para siempre se fue paralizando hasta que salió corriendo del salón y se marchó a su habitación.

Después de aquello Gabriel no quiso volver a ninguna otra festividad y pidió a su padre permiso para ingresar en un convento como Sierva del Señor, donde se instruiría en letras y filosofía y algo de ciencias, medicina para curar enfermos y  dedicaría su vida a la voluntad de Dios.

Elicel  marchó a la guerra y estuvo luchando en el asedio de los escandinavos durante dos años, consiguió medallas de honor y méritos por sus batallas. En sus pequeños descansos en palacio había concebido una preciosa niña que era el centro de todas sus atenciones, y era feliz junto a su esposa, aunque tuviera que volver siempre irremediablemente al frente a llevar las tropas del Rey más allá de las líneas enemigas.

Pasaron años hasta que un día el ya Comandante Elicel fue herido en una de las batallas, pudo ser recogido por algunos de sus soldados y consiguió llegar vivo hasta un Monasterio donde los monjes intentaron paliar su dolor y cortar la sangre, pero no sabían cómo impedir que el tajo de carne abierta se empezara a ulcerar. Un mensajero salió pidiendo auxilio, pero el viaje era de dos días y no sabía si encontraría ayuda. Hasta la corte llegó también la noticia de que el Comandante Elicel estaba herido, su esposa se sintió morir, se puso un velo y rezó durante horas en la capilla del Castillo.

A los tres días Elicel estaba muriendo casi, tenía mucha fiebre y la herida estaba oscura y olía mal. Llegaron dos caballos y de él bajaron dos personas bajo unas capuchas grises. Una esperó en la entrada y la otra pasó enseguida a la habitación del herido con un maletín en la mano y un rosario en la otra. Cuando estuvo frente a Elicel soltó los bultos y se bajó la capucha. Era Gabriel, algo mayor y pálida, y demasiado delgada, pero con una sonrisa en los labios que hizo creer al Comandante que había muerto y estaba viendo un ángel.

- Hola viejo amigo..
- Gabriel.., ¿sois vos?, ¿venís a ayudarme?
- Si señor Comandante, voy a salvarle la vida, y usted me va a ayudar, porque no será fácil. Su pierna está muy mal..., y tengo que amputarla.

Mientras decía estás palabras Sor Celisia que así se llamaba ahora lloraba con lágrimas de amargura secando sus ojos con las manos.

-¿Porque lloráis hermana?- le preguntó Elicel - ¿Es que acaso voy a morir?
-No Comandante, viviréis, y seréis feliz con vuestra hija y vuestra esposa, y podréis recoger el mérito y el honor que os corresponden de todas vuestras hazañas, pero...
-Sólo es una pierna Gabriel. No tengáis miedo.
-Nunca volveréis a andar, nunca volveréis a danzar.
-No volvería a danzar aunque tuviera mis dos piernas. Mis preocupaciones están ya muy lejos de aquellos juegos de niños. De aquellas tardes con vos entre mis brazos con las mejillas sonrojadas y los pasos cambiados. Es curioso hermana,  a veces el amor está en una linde de nuestro camino y no alcanzamos a tomarlo por temores y compromisos, pero os prometo que vos fuisteis mi bailarina y maestra, vuestra constancia me dio fuerza y vuestro silencio inspiro el mío. Perdonad mi vanidosa ambición, salvadme la vida os lo suplico y guardadme en vuestro corazón.
-Así lo haré Comandante Elicel..., así lo haré.

Durante diez días la hermana Celisia estuvo cuidando al enfermo, vigilando sus curas, con ungüentos, dándole remedios y caldos de gallina, y al fin consiguió que mejorara, hasta que un día se marchó, no dijo nada a nadie, avisó al hermano mayor y salió a caballo recién salido el sol.

Cuando el Comandante Elicel volvió al palacio su familia lo esperaba en el patio principal del castillo. Cuando salía con unas muletas del carruaje su hija salió corriendo hacia él. La niña con una larga cabellera roja  se abrazó a las piernas de su padre mientras gritaba...

- ¡Padre! ¡ya estáis aquí Padre!, ¿donde está vuestra pierna?  ¿podréis bailar de nuevo conmigo?.
-Claro que podremos, mi pequeña Gabriel, tendré que aprender a bailar con un pie, pero seguro que podremos, Gabriel , juntos podremos...