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lunes, 7 de diciembre de 2015

EL PAYASO MAJASO. Cuento Infantil.





Erase una vez un payaso que de tanto como se caía le pusieron de nombre “Majaso”.

Majaso era un payaso muy divertido pero tenía un problema y es que siempre se estaba cayendo, tropezando, y estropeando las cosas. Cuando hacían el número de los equilibristas subía la escalerilla con la cara blanca, temblaba, la gente desde abajo lo veía llorando,  ponía sus pies en la cuerda floja y andaba tres pasos hasta que al final, PUM¡ se caía en la red.

Cuando montaba en el elefante, se subía del revés, y cuando el elefante se levantaba de patas resbalaba y como si cayera por un tobogán…Uuuuu... PUM¡ Iba a dar con sus narices de goma en el suelo.

Un día incluso salió con el mago y cuando lo hizo desaparecer, en vez de aparecer otra vez en la caja mágica, apareció en la jaula de los leones y casi se lo meriendan.

Al payaso Majaso siempre le estaban sucediendo desgracias.

-Pero yo quiero ser como el equilibrista –decía Majaso con tristeza al Jefe de Pista- Los equilibristas son valientes y fuertes, y no se caen nunca. Y también quiero montar en los caballos y los elefantes igual que el domador que con su látigo es el rey de las fieras.. Y quiero llegar a ser un mago maravilloso, y hacer el truco del Payaso volador con muchas palomas.
 -No te apures Majaso- le respondió su amigo-  Tu sigue trabajando y aprendiendo que seguro que algún día conseguirás ser el mejor.

Así que el payaso Majaso se subía todos los días al trapecio y volaba arriba y abajo hasta que al final PUM¡ se caía. Y todos los días se metía en la jaula con los leones e intentaba enseñarles a que saltaran por el aro de fuego hasta que terminaba enrollándose con el látigo, medio ahogado y con la peluca echando humo mientras corría gritando ¡SOCORRO¡. Y todos los días se ofrecía voluntario con el mago para hacer escapismo y todos los días se escapaba... pero antes de meterse en el saco porque le daba miedo.

El Payaso Majaso era un desastre y se sentía muy triste porque aunque cada día trabajaba hasta sus últimas fuerzas no conseguía ser ni equilibrista, ni domador, ni mago, así que un día sin decir nada recogió sus cosas del circo, y se marchó.

No muy lejos en el camino se encontró con un niño y se sentó a su lado.

-¿Cómo te llamas? - Le pregunto el niño.
 -Soy el Payaso Majaso – Le dijo Majaso mientras lloraba-   bueno…lo era, porque ya no soy nada. Soy un desastre en el circo, no he aprendido ni a andar por la cuerda, ni a meter la cabeza dentro del León, ni a hacer magia ni nada. Siempre tropiezo, o salgo ardiendo y lo estropeo todo.

-Pero Majaso ¿Por qué dices eso? -Le dijo el niño- Yo estuve ayer en el circo y cuando salieron los malabaristas era genial, porque parecía que volaban, y eran tan valientes, pero cuando saliste tú y te quedaste colgando de un pie boca abajo mientras tu cara se ponía roja yo no podía parar de reír y reír. Cuando salió el domador de leones, me moría del miedo, y veía cómo ese hombre hacía que los leones le obedecieran y saltaran con ese látigo tan chulo, pero cuando saliste tú y pasaste por el aro en llamas para que no te cogiera el león que quería jugar contigo yo no podía parar de reír y reír Y cuando el mago hizo sus trucos yo me quedé asombrado, no podía creer lo que veían mis ojos cuando sacaba palomas de su sombrero o se escapaba de ese saco con tantas cuerdas, pero cuando apareciste tú y llorabas porque no querías que te metiera en la caja para cortarte en pedacitos y tuvo que salir corriendo tras de ti por toda la pista, yo no podía parar de reír y reír. ¿Por qué quieres ser otra cosa?  Si ya eres el mejor payaso.

El Payaso Majaso se quedó mirando al niño y meditando.

-Tienes razón. –Le dijo- Gracias amiguito.

 Y corriendo corriendo, contento contento, y seguro seguro volvió al circo.

-Ya sé lo que quiero ser- le dijo al Maestro de ceremonias- quiero ser payaso.
-Pero chico, - le dijo el jefe- si payaso eres ya.
-Pero señor, yo quería ser equilibrista, o domador o mago, no pensé que lo que mejor se me daba era hacer reír a los niños.

- A veces deseamos más que nada en el mundo conseguir un sueño, pero a veces aunque luchemos con todas nuestras fuerzas no logramos alcanzarlo,  pero si nos hemos esforzado de verdad todo ese trabajo hará que sucedan cosas maravillosas. Cada vez que caías a la red, cada vez que el león te perseguía mientras tu peluca salía ardiendo, cada vez que hacías que se escaparan las palomas del mago, estabas siendo el mejor payaso, algo que solo los niños pueden ver, porque solo los niños tienen el poder de ver con claridad cómo brilla el corazón de las personas. Y el equilibrista, el domador y el mago quieren que actúes siempre con ellos porque haces que su número sea mejor, y vienen niños desde muy lejos solo para verte. Ay viejo amigo…todos sabíamos que El Payaso Majaso era el mejor payaso del mundo, todos menos tu.

 Desde entonces el Circo empezó a hacerse famoso por todo el mundo, en él actuaban los mejores equilibristas, los mejores magos, bailarines, domadores de todo tipo de animales, bailarinas y malabaristas hacían las delicias de todos los niños, pero lo mejor de aquel maravilloso circo es que tenía al mejor de los Payasos, que seguía cayéndose al suelo, quemándose, y siendo arrollado por los caballos y los elefantes, pero que siempre siempre conseguía que todos los niños rieran y rieran y no pudieran parar de reír…

Y colorín colorado El Payaso Majaso se ha terminado.


sábado, 18 de abril de 2015

La cenicienta.

La Cenicienta es un cuento de hadas folclórico con con varias versiones, orales y escritas, antiguas y modernas, procedentes de varios lugares del mundo, especialmente del continente eurosiático, donde se narra la vida de una humilde muchacha que con tan solo un zapato y algo de magia consigue convertirse en princesa. 

Yo no sabía exactamente la procedencia de uno de los cuentos más importantes en la cultura actual para cualquier mujer del mundo. Una historia que nos ha hecho soñar de niñas, e incluso basar nuestros principios femeninos de forma genérica en una serie de ideologías sobre la forma de encontrar a nuestra pareja, y la forma de aceptar a nuestra pareja. 
En mis recuerdos más tiernos aparece la idea inequívoca de que el amor de mi vida, llegaría a mí de esa manera exactamente, la Cenicienta no se conforma con un guardabosques que le canta, o con un soldado que la mira, esta muchacha sin aparente carácter solo acepta el amor de un hombre que la busca entre miles, que rehúsa de su posición social por ella, y que trae la pieza que encaja perfectamente en su pequeño pie. Y si este antiquísimo cuento dice que ha de ser así,  ¿porqué iba yo a dudarlo?,  pero resulta que una empieza a vivir,  y no aparece ningún enviado de la casa real a tu casa, ni aparece un hada madrina para darle a los que te machacan lo que se merecen, y con tristeza nos hacemos duras y desechamos cualquier idea de que exista ese príncipe azul para nosotras, y ciertamente puede que no exista, aunque desearía que sean muchas las cenicientas que lo hayan encontrado al fin, pero no es algo que venga de garantía en la vida y al fin nos perdemos en la aceptación de lo que nuestro propio cuento sin "final feliz" nos va narrando.

Sin embargo, a pesar de haberme repetido yo misma que no existe ningún  príncipe azul, me parece especialmente  revelador  el mensaje que nos deja este cuento, y que  camuflado en una historia fantástica, se convierte como una enseñanza de los tiempos en que los cuentos eran la forma de enseñar un comportamiento, y  educar el futuro bienestar de cada niña que lo haya soñado alguna vez. 

Por un lado la idea de que puedes por circunstancias de la vida llegar a la supeditación más humillante, y desde esa miseria conseguir convertirse en algo mucho mejor, es una idea bastante positiva, que ayuda a la formación de la esperanza y el deseo de prosperidad, que es algo de lo que hoy día carecemos, y aprendemos a conformarnos con lo poquito que nos alcanza la mano.
Por otra parte, algo que a mí siempre me costó mucho trabajo entender, la actitud que nos muestran en esta dulce muchacha, de  aceptar de buen grado la tremenda situación de acoso y vejaciones, a la par que la perdida de un ser querido; es decir, yo siempre me preguntaba porqué no se escapaba, o porqué no se negaba en rotundo a hacer las tareas más horribles,  pero aunque tarde, ahora entiendo que es la forma de sembrar en nosotras la tolerancia ante la vida que por el echo de ser mujer  tenemos  ya orgullosamente sentenciada.
Pero lo que más me ha gustado, es como nos susurra un secreto que con el tiempo llegamos a descubrir nosotras solitas, y que es:  El amor de nuestra vida tiene que ser ese príncipe azul, y si nos conformamos con menos es porque no nos lo merecemos, señoras. 
Puede que haya una persona que encaje conmigo, y puede que aparezca en mi vida, pero ¿cómo sabré que es el hombre adecuado?, pues tal y como cuenta el cuento, en algún momento  me mirará como si entrara en su salón de baile(admiración), y yo fuera lo más hermoso que ha visto en su vida. Lo sabré también porque me buscará de forma incansable(demostración de afecto), y traerá consigo un recuerdo compartido que encajará en mi alma como si fuera mi propio zapato(ha de ser compatible emocionalmente conmigo), pero aclaro que incluso teniendo esta enriquecedora experiencia, nada asegura que ese "amor verdadero" dure para siempre, pero evitará que vayamos dando bandazos de relación en relación sin encontrar ni estabilidad, ni felicidad.
Y al leer este cuento, me doy cuenta de que lo que nos enseña es que por ello tenemos que reconocer a nuestro amor verdadero,  tenemos que esperarlo, que mejor conformarnos con nada que con menos, y que los sueños a veces ocurren, y a veces también nuestro mundo de fantasía imposible se convierte en realidad,  pero hemos de dejar la desidia de tener paciencia, de reservar nuestra integridad para nosotras mismas, y no cambiarla por un rato de compañía. Entragarnos al primer hombre que se interesa por nosotras es ponernos muy barato el caché, ya por ser mujer merecemos un respeto, cuanto más por lo que podemos valer como personas, y no todos los hombres tendrán la suerte de que le demos nuestra confianza.
Por ello creo que sería bonito, que cuando contemos La Cenicienta a nuestras hijas, nietas, a cualquier chiquilla con su mundo de hadas intacto, sepamos que esa niña preciosa se merece su príncipe azul y en nuestras palabras está el ayudar a que lo consiga, y sea una mujer que sabe lo que merece, aunque las perdices y la felicidad duren lo que tarda en empezar otro cuento...pero ese es otro secreto que ella solita algún día descubrirá.